1/09/2008

Quién es?

...caminaba sin alguna preocupación sobre sus hombros, el cielo azul cobijaba su sueños, las nubes formaban tremendas historias, el cantos de las aves su música de fondo en la historia de Armenta.



Armenta era una niña de 12 años, toda su vida la había vivido en un campo lleno de cerezas, con árboles de helado de Kiwi y tamarindo, era hija única de los señores Puf, ella era hermosa, cabello negro, lacio y largo por debajo de los hombros, piel tan clara como porcelana, ojos grandes y cristalinos como un bebé recién llegado al mundo, labios color carmesí, y su lo mejor de todo, una mente llena de países de sueños.



Armenta caminaba feliz en la tierra que alguna vez fue de su abuelo, un señor grande y gordo, pero muy feliz, por las noches cargaba a Armenta en sus piernas y le contaba cuentos de duendes y hadas, algunas veces de espeluznantes dragones y princesas valerosas o pequeños anhelos que volaban muy bajo para no ser pisados y llegar a junto a Marduk para platicar con los elfos de los sueños.



Pero en el mundo de Armenta faltaba algo, tenía casi lo que una niña de su edad puede desear, un campo de cerezas, árboles de helados, el pasto de dulce de limón, una casa de grande, que cualquier recámara regalaba un mundo mágico con sus habitantes extraños y no tan extraños, se podían encontrar, leones parlantes como en Narnia, dragones danzantes, elfos de todas clases, hadas de diferentes partes de la naturaleza y mundos, duendes buenos, aves con hermoso canto, árboles contadores de historias, podías encontrar casi cualquier criatura que tu mente podría imaginar. Pero Armenta juraba que faltaba algo.



Entonces un día, decidió buscar eso que le faltaba en todos los cuartos de su casa, en los baños, en los roperos y debajo de las escaleras, en los rincones de las alacenas de la cocina, dentro de los ecos de los pasillo, en todos los lugares de su casa, pero no lo encontraba. Ella se estaba volviendo vieja del alma conforme transcurrían los días desde su búsqueda.



Los sirvientes de su casa se habían dado cuenta de esto, platicaban entre ellos, pero ninguno se atrevía a preguntarle a Armenta qué era lo que le pasaba, mientras seguía haciendo vieja como la montaña nacida al mismo tiempo que el mundo.



Así pasaron los años, Armenta ya tenía casi 18 años, una gran fiesta estaba preparándose para su cumpleaños, ella sabía que el fin de sus mundos mágicos estaba por llegar, su abuelo se lo había anunciado en una noche fresca de verano frente a la fuente de donde fluían mangos y nadaban peces de gomitas de leche.



La señora Puf tenía la sospecha que algo estaba mal con su hija, tal vez, pensó, no le gustaba el color del pastel o la decoración, podría ser la música o los fuegos artificiales, pero nunca le pregunto. Armenta era una mujer triste en un país mágico.



Entonces, una noche antes de su fiesta, estaba sentada en la cama de su recámara y oyó un toquido de la puerta de su armario, pensó que sólo era su imaginación, pero continuaban tocando, entonces, después de pensarlo por un rato, se levantó se su cama, camino despacio hasta su armario, tomo la perilla de la puerta y abrió.



De un sólo golpe salió un unicornio, cayendo en el colchón de la cama. Él era tan blanco como la nieve de las montañas, su cuerno brillaba, sus patas eran fuertes, ágiles y se veían tan ligeras como una pluma, aquel animal parecía etéreo y tan real, Armenta se quedó sin palabras.



Aquel unicornio se volteo delicadamente para ver a Armenta, ella no lo podía creer, los ojos de su visitante eran tan hermosos como los fueron los de ella alguna vez, podía reflejarse completamente y ver más allá, el mundo de dónde venía Luir, ese era el nombre del unicornio.



Luir se inclino y comenzó a hablar, Armenta, he venido por ti, tenemos un viaje por hacer, del mundo de dónde vengo, se cuentan historias de ti, dicen que alguna vez fuiste muy feliz, pero un día te diste cuenta de tu falta y he venido por ti para enseñarte el camino que tanto tiempo has buscado.



Armenta no podía moverse, sentía un ligero peso en sus pies, sus brazos caían a los lados de su cuerpo, Luir se dió cuenta y de un sólo toque de su cuerno en el hombro, ella desperto de su realidad, dió un gran grito, pero parecía ser sordo, nadie llegó corriendo a su recámara o llamaron a su puerta, Luir le pidio que dejará de gritar. Armenta, como por incercia, dejo de hacerlo. Entonces escucho a Luir sobre las historias de ella en su mundo.

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Armenta subió en Luir, entraron al armario y de un soplo de aire llegaron a Rinka, todos los seres de ese mundo la esperaban con flores y música de viento, el rey de Rinka era una gata negra, con una pequeña corona blanca, se llamaba Nium, se acercó a Armenta, la besó en la mejilla, si se puede decir besar, pues en realidad, la lamió, le dió la bienvenida y comenzó a guiarla por la alfombra de cristal.



Mientras caminaban rumbo al palacio, Nium y Armenta iban en silencio, ella se preguntaba si Nium sabía sobre lo que buscaba ella, Nium iba serena.



Llegaron a las puertas del palacio que se abrieron con el movimiento de una de las patas de Nium, los escoltas de la puerta eran grandes osos del color de la tierra, sus espadas eran de oro y plata, no tenían armadura, no la necesitaban, su cuerpo es fuerte como un roble y su corazón poseé la fuerza para protegerlos, pocos habían muerto, la mayoría por causas naturales, otros pocos, morían de tristeza.



Nium y Armenta ya estaban en la sala principal, ellla tomo su lugar, miró a Armenta directamente a los ojos y dijo: Sé el por qué de tu tristeza, pero no te ayudaré a menos que lo pidas, yo tengo lo que buscas, pero no puedo dartelo, sólo te mostraré el camino para llegar a él, sólo te hago una advertencia, ve con mente y alma clara, libre de prejuicios, cree en lo que tus ojos y corazón ven.



Armenta cuestionó a Nium, por qué ella no se lo podía dar, por qué si sabía que necesitaba ayuda, no se la daba sin tener que pedirla, por qué tenía que ir con la mente y el alma de una niña que hace seis años dejo de existir, se soltó a llorar, tenía la seguridad de no lograr el propósito que hace años la había vuelto vieja.



próxima entrega el viernes

3 comentarios:

Julius Contreras dijo...

Hay muchas cosas que nos podrían hacer muy felicces y no son gratuitas. hay que ir por ellas. De todas maneras, es muy prematuro mi comment, así que espero la siguiente entrega. Gracias por tu visita. saludos.

E.a. dijo...

No hay nada peor que darse cuenta que el niño interior que llevamos dentro esta silenciado y que por eso ya no podemos volver a soñar como antes

MateoRamirez dijo...

Huy! Iris q chevere. Me senti mas qpekeño de lo que soy ahora. Interesante literatura y tu post, MUY ENCANTADOR q gran imaginacion... m e muero por leer la segunda parte.

FELICITACIONES:
Te vas derechito para mis blogs favoritos. Gracias por tu visita.

Nos estamos leyendo
Mathew