1/03/2008

el viaje

Mi acompañante de viaje es algo frío en sus manos, tengo que cubrirme con mi abrigo negro de piel, le toco la cara y él, todo el cuerpo, caminamos juntos para tomar la combi que nos lleva al metro indios verdes, creo que tardará un poco, son vacaciones y no hay mucho pasaje en estos dìas.

Él sigue tocandome hasta llegar a mis huesos, es algo frío pero me agrada. Por fin llega nuestro transporte, nos toca el lugar de adelante, nos subimos, saludamos al chofer y a nuestra acompañante de viaje, cierran la puerta y él toma un poco del calor del auto.

El camino es un poco largo, por lo regular hacemos una hora de camino, pero gracias a las vacaciones, el trayecto sólo nos toma media hora. De la radio de la combi salen las palabras del locutor de la K buena, el chofer y la vecina de viaje, se van riendo de las tonterias que dice éste a sus radio escuchas, confieso que me reí algo, escuchar palabras ligeras por lamañana con algo de sueño, ayudan a despertar. Cuando le estoy tomando sabor al programa, el chofer decide quitarlo y poner algo de su música :¿

Toma sus discos (piratas) y busca como si estuviera a punto de encontrar el tesoro de Moctezuma, por fin encuentra el elegido, lo pone con mucho cuidado y comienza a sonar, por un momento pensé que sería regetton o algo parecido, sorpresa que nos llevamos, era Juan Gabriel!!!

Ahora el camino SI será largo, Juan Gabriel por la mañana, mejor una patada en el culo. Es una lástima que no podamos decidir que escuchar con sólo cerrar los oídos.

Casi son las 8:00 am, no hemos llegado al metro (llegaré de nuevo tarde al trabajo), él sigue algo frío, mejor me cubro un poco más.

Las bocinas comienzan a lanzar las estrofas de Yo no nací para amar, con la orquesta sinfónica (wuac), vamos llegando al metro y el chofer se ve forzado a bajarle al volumen para pedir el costo del pasaje (uff, se salvaron mis oídos y mi cerebro)

Hemos llegado al metro Indios Verdes, caminamos al metrobus, que también está algo despoblado sin su gente de costumbre, son las 8:15, paso mi tarjeta de pasaje por el lector, paso a la terminal, camino a su lado hacia nuestra fila para abordar, él decide dar un poco de tregua, ya no se siente tan frío, me quito la gorra.

El metrobus tarda en llegar, la gente de aglomera en el pasillo, sus caras comienzan a reflejar hastío y molestia por la espera, la mayoría va vestida de negro, creo que es por el clima, los menos, visten de color, tal vez por estado de
ánimo, me gusta observarlos, sus gestos, la forma de pararse y si alguna mujer decide maquillarse durante la espera, para mi es genial, tengo una curiosidad por ver como hacen este cambio en sus caras.

Por fin llega el transporte, la gente que está formada en la última parte de la fila, se acerca desesperada a la entrada, los de adelante no los dejan pasar, se pelean los asientos, gente se avienta y por algunos minutos, el metrobus parece una zona de guerra por un asiento.

Ya son las 8:30, todavía no subo al transporte, espero al siguiente para ir sentada y dormitar un rato, no hay prisa por llegar a mi hora de entrada, sé que voy retrasada 15 minutos, pero ya no estreso, pasan otros tres minutos antes de abodar. Abre sus puertas, las mujeres comienzan a aventarse, lo troglodita les sale por los poros, yo me limito a moverme de acuerdo a ellas, al fin y al cabo, me abren espacio y puedo sentarme sin tanto trabajo.

Ya voy en camino, dormito un rato duante todo el trayecto, despierto dos estaciones antes de mi parada, volteo a ver mi alrededor, el metrobus no está muy lleno. Estoy por llegar a mi destino, salgo y él está muy frío, me pongo de nuevo el gorro.

Camino hacia mi trabajo, sé que no hay mucho por hacer, no llevo prisa por llegar, hago una parada en una tienda de 24 horas para compar mi café de la mañana. Compro el de siempre: mokachino.

Estoy por llegar, unos pasos me separan, llego a la puerta, toco el timbre, la puerta automatizada abre, me meto al edificio, camino hacia las escaleras, las subo algo despacio, llego a la puerta de la oficina, tocó, abren y muy cordialmente me da los buenos días el dueño de donde trabajo.

Me dirijo a mi cúbiculo, él ya no entró, le cerraron la puerta en cuanto lo sintieron, pero sé que en algunas horas, cuando salga por mi comida, lo volveré a sentir.

Será un día como los últimos, nada que hacer, muchas páginas por visitar, otras por descubrir, algunas llamadas por hacer, citas que concretar, publicar un anuncio de donde trabajo y mucho tiempo por matar.

El lunes será otra historia.

6 comentarios:

Quetzalli soy yo dijo...

Yo termino taaaan dormida en los colectivos que no me doy cuenta quién me acompaña, de seguro es alguien que me cuida en esos lapsos de sueño profundo.

Me encantó tu relato Iris y que bueno que escribas más... te seguiré leyendo.

iris dijo...

gracias quetzalli, no me extraña que te quedes dormida, es como tu sema de autor

Aline Suárez del Real dijo...

¿Es tu cerebro?¿tu creatividad? la que se queda afuera de la chamba?
No la dejes, llevala siempre contigo, ese es tu sema y es una gran cualidad tuya, y si ahí no la dejan entrar busca en donde sí la valoren.
¿O ya debraye mucho y no era eso?¿era un perrito?
Mu bueno el relato :D, me latio.

iris dijo...

jajajajaja, era el frio, creo que no se entendio :¿

Federico Moreno dijo...

Muy lindo la verdad, es bueno contar todo lo que más uno pueda. Creatividad en todo momento hay que tener. Hasta cuando se cocina. Por ello la conocida "cocina de la creatividad". Un saludo!!! Y gracias por visitar mi blog, nos seguimos hablando!!

MateoRamirez dijo...

Huy que frio. Algo desconsolador. Algo perturbador y cautelosamente enamorado. Me pregunto si dormir en el trasporte publico es requisito para todo usuario? Si las sillas son suficientemente comodas o las canciones de Juan Gabriel lo suficientemente insoportables para preferir desconectar el cerebro y pegarse una sientesita? No lo se. Pero prefiero una patada en el culo

Salu2 desde la Oscuridad